La Ribeira Sacra abarca el territorio de un conjunto de veintiún municipios, del sur de la provincia de Lugo y el norte de la provincia de Ourense, con el curso fluvial de los ríos Miño, Sil y Cabe como elemento aglutinador.

El río Miño discurre en este territorio encajado entre laderas pronunciadas, formando numerosas curvas y creando característicos meandros. El paisaje que lo rodea alterna el cultivo de la vid con bosques caducifolios y pinares. La profunda garganta de roca que es el cañón del Sil, también famosa por sus viñedos, no deja indiferente a quien la contempla. A lo largo de más de treinta y cinco kilómetros se levantan dos paredes que en algunas zonas se elevan hasta los quinientos metros en vertical sobre sus aguas.

Los viñedos característicos de estas laderas, con sus terrazas escalonadas en bancales para poder aprovechar el terreno inclinado, fueron trabajadas desde la llegada de los romanos, y después aprovechadas por los monjes que se asentaron por esas tierras, fundando grandes monasterios. En muchos de los viñedos encontraremos pequeñas bodegas construidas en piedra, que guardan los deliciosos vinos que aquí se producen.

La presencia monacal en este lugar favoreció la continuidad en la producción de la uva, pero también de otros productos, como la miel y la cera. Este imponente paraje presentaba unas magníficas condiciones para las abejas. Las numerosas alvarizas (colmenares) que encontramos encaramadas en las verticales laderas —muestra del asentamiento del oficio abejero desde tiempos antiguos— están ubicadas en lugares de tan complicado acceso que parece imposible que nuestros ancestros hayan podido desarrollar allí esta actividad. En la actualidad, se conservan aún restos de muchos de estos apiarios fortificados. Desde el mirador de Pé do Home, en Nogueira de Ramuín, podemos divisar la alvariza do Vello, un ejemplo de la apicultura heroica practicada por nuestros antepasados.