La "Costa da Morte"
Colmenas integradas en muros o nichos y mismo en el interior de las casas
La apicultura de muros y nichos
En el occidente de Galicia
En el occidente de Galicia, en la Costa da Morte, contamos con muchos ejemplos de apicultura tradicional, en la que las colmenas estaban integradas en los muros o nichos y mismo en el interior de las casas, con el objeto de abrigarlas. En el ayuntamiento de Dumbría se encuentra el Conjunto Etnográfico del Ézaro, que cuenta con un molino y una alvariza anexa, y en la Ruta de las Alvarizas en el Monte Faro (circular 9 km), en el ayuntamiento de Vimianzo, se pueden encontrar hasta una docena de estos apiarios lineales de losas de piedra.
La Costa da Morte disfrutó de una historia apícola muy importante. Aunque Benigno Ledo, uno de los impulsores de la apicultura moderna en Galicia, introdujo las colmenas movilistas a finales del siglo XIX, en la Costa da Morte permanecieron en uso las colmenas tradicionales hasta tiempos recientes. Contamos con numerosos documentos históricos en los cuales se mencionan lugares de esta comarca como «elaboradores de miel» y varias citas relativas a los cereros, así como pagos en diezmos a las feligresías. De hecho, la Costa da Morte fue una zona de muchos monasterios: Nemeño, Cospindo, Seavia, Baíñas, Borneiro, Ozón, Moraime o Tuesto, entre otros.
En este territorio atlántico podemos distinguir varios tipos de apiarios tradicionales: alvarizas, alvarizas (colmenares) lineales, muros de abejas en la piedra y alacenas u hornilleras de abejas en las casas.
A Costa da Morte es un lugar húmedo y ventoso, por lo cual los antepasados adaptaban estas alvarizas de manera funcional y en concordancia con el medio natural que las rodeaba. En las alvarizas lineales de losas graníticas, las colmenas tradicionales, llamadas cortizos o trobos (colmenas), estaban al cubierto por la protección de la propia losa. Esto también propiciaba el resguardo de las colmenas de los animales, salvajes o domésticos, sobre todo cuando el ganado pastaba por el monte.
Con la misma finalidad protectora aparecieron las hornillas (alacenas) de las abejas en las paredes de las casas, cabaneles (cobertizos), graneros, molinos o cuadras, que recibían el sol en el pousadoiro (piedra de entrada de la colmena) y la fachada, y por la parte interior el calor procedente de la gente, animales, leña o paja. De este modo, las abejas formaban parte de los habitantes de la casa, incluso la castra o esmelga (cata), así llamada la extracción de la miel de la colmena, también se hacía desde el interior a través de una pequeña puerta.
Gracias a la existencia de este patrimonio etnográfico, sabemos que la Costa da Morte fue a lo largo de la historia una zona de gran valor en la producción apícola de Galicia.